Los catalanes Ana Bru y Ramón Segarra se vieron ya vestidos de astronautas. Pepita Campdesuñer, la empresaria jubilada de 80 años, empezó a contar los días para su primer vuelo a la heterosfera. Y Richard Branson, el visionario fundador de Virgin Galactic, oteó con impaciencia los cielos moteados de Nuevo México, invocando la silueta etérea de su nave suborbital.
"Bienvenidos a la segunda era espacial", proclamó Branson, mientras anticipaba el vuelo rasante de WhiteKnightTwo, la nave nodriza, arropada en el aire por la trepidante SpaceShipTwo (capaz de subir por encima de los 100 kilómetros de altitud propulsada por un cohete híbrido).
"Entre ocho y 19 meses acabaremos con la fase de pruebas y estaremos listos para los primeros vuelos comerciales", vaticinó el magnate de Virgin, con su inconfudible melena rubia, sin quitarse la chupa de cuero. "La seguridad es nuestra prioridad absoluta: los turistas espaciales han comprado un billete de vuelta".
Hasta la fecha, un total 370 mortales que están dispuestos a pagar 144.000 euros por dos horas y media de vuelo. Setenta de ellos se desplazaron este fin de semana hasta el Spaceport de Nuevo México, a tomarle la medida a la primera pista 'espacial' de tres kilómetros de largo por 61 metros de ancho.
La mayoría esperaba ver poco más que una serpiente de asfalto en mitad del desierto. Los primeros sorprendidos fueron Ana Bru y Ramón Segarra, que decidieron ponerse el casco de obras e inspeccionar el impresionante aeropuerto/hangar diseñado por Norman Foster, emergiendo ya con su perfil de molusco futurista sobre la arena.
'Quisimos ser los primeros en probar'
"Nosotros siempre tuvimos fe en este proyecto, aunque para muchos era difícil de imaginar", confesaba la pareja de 'pioneros' catalanes, que reclutan aspirantes españoles a través de la agencia Bru&Bru."Quisimos ser los primeros en probar y la verdad es que hoy lo hemos visto más claro que nunca. Ahora que el futuro está tan cercano, sentimos mucha emoción y un cierto cosquilleo".
El WhiteKnightTwo sobrevoló varias veces su futuro nido, antes de aterrizar en la pista recién inaugurada, en medio de un paisaje sideraly a más de 20 kilómetros de la población más cercana (llamada curiosamente 'Verdad y Consecuencias', en homenaje a un legendario programa televisivo).
"Dejamos atrás 52 años de historia y entramos decididamente en una nueva era", certificó la administradora adjunta de la NASA Lori Garver a pie de pista. "Atrás queda lo que llamábamos la 'carrera' espacial. Ahora avanzamos por el camino de la cooperación entre países y entre empresas. Estamos todos en la misma nave".
Richard Branson se subió sobre la marcha y anunció que Virgin Galactic pujará –en solitario o junto a otras dos compañías- al programa de 50 millones de dólares para desarrollar futuras naves tripuladas auspiciado por la Administración Obama. "Tenemos planes para explorar el campo de los vuelos orbitales en los próximos años", anticipó.
De momento, Branson se ha reservado el primer vuelo para toda la familia (incluidos su hijo Sam y sus padres de 92 y 89 años) y confía en despegar del Spaceport de Nuevo México a finales del 2011 o primeros del 2012. "Para mí, este viaje es algo muy presonal", recalcó. "Aunque mi empeño será hacer el turismo espacial accesible para el común de la gente. Cuando llevemos quinientos o mil pasajeros podremos bajar las tarifas, y, tal vez, fletar tres vuelos diarios. Espero que los vuelos suborbitales sean algo 'normal' para vuestros hijos y vuestros nietos".
"¿Para cuándo un Aeropuerto Espacial en Europa?", le preguntamos. "Tenemos que consolidar primero este proyecto antes de pensar en futuras ubicaciones". ¿España está en el radar? "Amo mucho a España y puedo asegurar que cuando llegue el momento estará muy alto en la lista".
"Lo primero es estabilizar este proyecto aquí, y después lo llevaremos a España", declaró en español y con cierta sorna el gobernador Bill Richardson, que decidió impulsar el proyecto (estimado inicialmente en 212 millones de dólares) para convertir Nuevo México en el centro de gravedad del turismo espacial.
Más que la experiencia de la ingravidez, Ana Bru espera disfrutar de la "pura adrenalina" de la subida y, sobre todo, de la experiencia de la bajada. "Ahí es cuando de verdad sientes donde tienes el estómago", asegura, recordando el entrenamiento en el simulador del Nastar Space Center de Filadelfia. Ramón Segarra recuerda la sensación de otra manera –"es como si te estiraran la piel"- pero insiste en que los vuelos suborbitales son aptos "para cualquier persona con buena salud".
"Nosotros no somos multimillonarios, ni coleccionamos coches en el garaje como Bill Gates", asegura Ana. "Hemos ido reservando el dinero durante bastante tiempo porque sabemos que ésta puede ser la gran experiencia de nuestras vidas. Yo siento una tremenda curiosidad por ver y apreciar la Tierra desde allí arriba".
"Volando me siento insignificante, como si estuviera conectada con la naturaleza", confiesa por su parte la octogenaria y vitalísima Pepita Campdesuñer, superada tan sólo en edad por los padres del propio Branson. "Yo tomé uno de los primeros vuelos comerciales en un trimotor en 1953, entre Bilbao, Barcelona y Palma. Recuerdo también como si fuera ayer el momento en que el hombre puso el pie en la Luna. Y quiero vivir desde dentro este otro momento histórico... A ver si me llega".
Fuente: Diario El Mundo
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