sábado, 24 de marzo de 2012

La última tormenta solar arrojó energía para abastecer Nueva York dos años


La reciente oleada de erupciones solares ha hecho más que encender el cielo en preciosas auroras cerca de los polos. Científicos financiados por la NASA aseguran que las potentes tormentas solares del 8 al 10 de marzo han vertido suficiente energía a la atmósfera superior de la Tierra como para poder abastecer cada domicilio de una ciudad como Nueva York durante dos años. No existe una forma práctica de recoger toda esa energía, ya que se encuentra muy lejos de la superficie terrestre y la mayoría vuelve rebotada al espacio, lo que, bien mirado, es una suerte, ya que nos salva de achicharrarnos, literalmente.
«Esta fue la mayor dosis de calor que hemos recibido de una tormenta solar desde el año 2005», asegura Martin Mlynczak, del centro de investigación Langley de la NASA. A su juicio, el fenómeno, que incluso obligó a desviar algunos vuelos sobre el Ártico por seguridad, «muestra cómo la actividad solar puede afectar directamente a nuestro planeta».
Los investigadores llegaron a esta conclusión tras conocer los datos de un instrumento llamado «Saber», que se encuentra a bordo del satélite de la NASA «Timed». El instrumento controla las emisiones de infrarrojo de la atmósfera superior de la Tierra, en particular del dióxido de carbono (CO2) y el óxido nítrico, dos sustancias que juegan un papel clave en el balance de energía del aire a cientos de kilómetros sobre la superficie de nuestro planeta.
«El dióxido de carbono y el óxido nítrico son termostatos naturales», explica James Russell, de la Universidad de Hampton, investigador principal de «Saber». «Cuando la atmósfera superior (o termosfera) se calienta, estas moléculas intentan con todas sus fuerzas arrojar el calor de vuelta al espacio».

«Como un árbol de Navidad»

Eso es lo que sucedió el 8 de marzo, cuando una eyección de masa coronal (CME) impulsada en nuestra dirección por una llamarada solar de clase-X5 -en la «escala Richter» de las llamaradas solares, las de clase X son las más poderosas- impactó en el campo magnético de la Tierra. Las partículas energéticas cayeron sobre la atmósfera superior, depositando su energía allí donde golpearon. La acción produjo espectaculares auroras alrededor de los polos y una significativa calefacción de la atmósfera superior en todo el mundo. «La termosfera se encendió como un árbol de Navidad», dice Russell. «Comenzó a brillar intensamente en longitudes de onda infrarrojas».
Durante esos tres días, del 8 al 10 de marzo, la termosfera absorbió 26.000 millones de kilovatios-hora (kWh) de energía. La radiación infrarroja del CO2 y el óxido nítrico, los dos refrigerantes más eficaces en la termosfera, devolvió el 95% de todo eso de vuelta al espacio.
Para la humanidad, esto supone una gran cantidad de energía. Un hogar medio de Nueva York consume un poco menos de 4.700 kWh al año. Esto significa que la tormenta geomagnética arrojó suficiente energía a la atmósfera como para abastecer todos los hogares de la Gran Manzana durante dos años. Desafortunadamente, no hay forma de aprovechar este tipo de energía. Está demasiado lejos de la superficie terrestre y la mayoría es enviada de vuelta al espacio.
La tormenta ya ha pasado, pero Russell y Mlynczak esperan que vengan más. «Estamos saliendo de un mínimo solar profundo», dice Russell. «El ciclo solar está ganando fuerza, con un máximo esperado en 2013». Los científicos están recogiendo datos sin precedentes para prevenir una gran fenómeno de este tipo, ya que, en su máxima intensidad, podría dañar los sistemas de comunicaciones y de energía que en la actualidad sostienen al mundo.

Fuente: Diario ABC
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