El catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona y experto en climatología, Javier Martín Vide Javier
El cambio climático es un hecho para muchos científicos. Las aguas de nuestros mares y océanos van ganando temperatura con el paso de los años. Esta situación, sin duda, conlleva consecuencias que, en algunos casos, pueden llegar a ser funestas. “Un huracán es una válvula de escape que transfiere energía acumulada de las aguas a la atmósfera. Si el océano se calienta, como está ocurriendo ya, vamos a tener más combustible”, explica a LaVanguardia.com Javier Martín Vide, catedrático en Geografía Física de la UB y experto en climatología.
Y esta realidad, que nos suena ajena (por la enorme distancia que nos separa de esos huracanes devastadores que tienen lugar en latitudes lejanas) puede tener su traslación, salvando las distancias, claro está, en el Mediterráneo. Aunque en menor medida -“y sin ánimo de alarmar a nadie”, aclara Martín Vide- el calentamiento paulatino de las aguas mediterráneas puede acarrear también consecuencias. “Evidentemente, no estaríamos hablando de un Katrina, pero sí que algunos investigadores, también yo, pensamos que, a lo mejor, en un par de décadas, si todo sigue igual y la temperatura sigue caldeándose y cambia un poco la dinámica atmosférica, podríamos asistir a huracanes de grado 0 o 1 en el Mediterráneo”, afirma este climatólogo.
Que la temperatura de las aguas del Mediterráneo se va elevando es algo plausible. Incluso, en algunos veranos, como el último o el de 2003, se registraron temperaturas muy altas, típicas de las áreas en donde se producen los ciclones tropicales. Por tanto, uno de los ingredientes para la generación de huracanes, que es una temperatura alta superior a 26,5 o 27 grados de las aguas someras, ya se ha cumplido en algún momento en aguas mediterráneas.
Es verdad que se precisan de otros condicionantes para la creación de huracanes, “faltan a veces los ingredientes en altura, en la atmósfera”, recuerda Martín Vide [si el viento en altura es muy fuerte se destruye la columna que sustenta a un huracán. Un ingrediente, éste, que no es tan fácil tenerlo]. Sin embargo, “en el pasado reciente se ha visto ya alguna depresión en el Mediterráneo con una estructura similar a la de un huracán de grado menor, con un ojo”, concluye el catedrático de la UB.
Más virulentos
En lo que sí parece que hay cierto consenso entre los investigadores es en que los huracanes irán a más. Eso sí, no en número seguramente – “los datos no demuestran que ahora haya más que dos décadas atrás”, recuerda Martín Vide- pero sí en intensidad. “Los huracanes van a contar con mayor combustible, con mayor vapor de agua y aguas cálidas en los océanos tropicales”, asevera este climatólogo.
Esperemos, aunque las predicciones no son demasiado halagüeñas, que años totalmente anormales como el 2005, en el que hubo cinco huracanes de categoría 4 y 5 (a parte del Katrina, se dejaron sentir Dennis, Emily, Rita, y Wilma) no se conviertan, en las próximas décadas, en algo convencional.
Cada año, antes del inicio de la temporada de huracanes, se prepara una lista con 21 nombres, alternando los de mujer y de hombre y siguiendo siempre el orden alfabético (por ejemplo, a Sandy, que acaba de azotar la costa este norteamericana, le seguirá Tony). Pues bien, aquel 2005 se agotó la lista. Se tuvo, incluso, que recurrir al alfabeto griego para bautizar a los nuevos huracanes que iban emergiendo. Ojala se den todos los condicionantes, a partir de ahora, para que ese año continúe siendo considerado un excepción en décadas futuras.
Leer más: http://www.lavanguardia.com/medio-ambiente/20121031/54354061077/martin-vide-en-dos-decadas-se-podrian-dar-en-el-mediterraneo-huracanes-de-grado-0-o-1.html#ixzz2BARUcDlR
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Y esta realidad, que nos suena ajena (por la enorme distancia que nos separa de esos huracanes devastadores que tienen lugar en latitudes lejanas) puede tener su traslación, salvando las distancias, claro está, en el Mediterráneo. Aunque en menor medida -“y sin ánimo de alarmar a nadie”, aclara Martín Vide- el calentamiento paulatino de las aguas mediterráneas puede acarrear también consecuencias. “Evidentemente, no estaríamos hablando de un Katrina, pero sí que algunos investigadores, también yo, pensamos que, a lo mejor, en un par de décadas, si todo sigue igual y la temperatura sigue caldeándose y cambia un poco la dinámica atmosférica, podríamos asistir a huracanes de grado 0 o 1 en el Mediterráneo”, afirma este climatólogo.
Que la temperatura de las aguas del Mediterráneo se va elevando es algo plausible. Incluso, en algunos veranos, como el último o el de 2003, se registraron temperaturas muy altas, típicas de las áreas en donde se producen los ciclones tropicales. Por tanto, uno de los ingredientes para la generación de huracanes, que es una temperatura alta superior a 26,5 o 27 grados de las aguas someras, ya se ha cumplido en algún momento en aguas mediterráneas.
Es verdad que se precisan de otros condicionantes para la creación de huracanes, “faltan a veces los ingredientes en altura, en la atmósfera”, recuerda Martín Vide [si el viento en altura es muy fuerte se destruye la columna que sustenta a un huracán. Un ingrediente, éste, que no es tan fácil tenerlo]. Sin embargo, “en el pasado reciente se ha visto ya alguna depresión en el Mediterráneo con una estructura similar a la de un huracán de grado menor, con un ojo”, concluye el catedrático de la UB.
Más virulentos
En lo que sí parece que hay cierto consenso entre los investigadores es en que los huracanes irán a más. Eso sí, no en número seguramente – “los datos no demuestran que ahora haya más que dos décadas atrás”, recuerda Martín Vide- pero sí en intensidad. “Los huracanes van a contar con mayor combustible, con mayor vapor de agua y aguas cálidas en los océanos tropicales”, asevera este climatólogo.
Esperemos, aunque las predicciones no son demasiado halagüeñas, que años totalmente anormales como el 2005, en el que hubo cinco huracanes de categoría 4 y 5 (a parte del Katrina, se dejaron sentir Dennis, Emily, Rita, y Wilma) no se conviertan, en las próximas décadas, en algo convencional.
Cada año, antes del inicio de la temporada de huracanes, se prepara una lista con 21 nombres, alternando los de mujer y de hombre y siguiendo siempre el orden alfabético (por ejemplo, a Sandy, que acaba de azotar la costa este norteamericana, le seguirá Tony). Pues bien, aquel 2005 se agotó la lista. Se tuvo, incluso, que recurrir al alfabeto griego para bautizar a los nuevos huracanes que iban emergiendo. Ojala se den todos los condicionantes, a partir de ahora, para que ese año continúe siendo considerado un excepción en décadas futuras.
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Fuente: Diario Expansión
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