DON DAVIS
Durante la formación del Sistema Solar, hace unos 3.800 millones de años, la Tierra sufrió su último gran bombardeo de asteroides,una lluvia masiva de rocas espaciales provocada por la migración de los planetas gigantes de las órbitas en las que se originaron a donde los encontramos hoy en día. Hasta ahora, se creía que este violento episodio duró unos 200 millones de años, pero una nueva investigación financiada por la NASA sugiere que, en realidad, el castigo celestial se prolongó durante mucho más tiempo, al menos durante 2.000 millones de años más. Los investigadores, que han estudiado restos milimétricos como granos de arena dejados por estos impactos sobre la superficie terrestre, creen que los bombazos llegaron de una prolongación del cinturón principal de asteroides hoy desaparecida. Además, fueron muy grandes. Tanto que, según publican en la revista Nature, algunos impactos incluso pudieron rivalizar con los que produjeron los gigantescos cráteres de la Luna, de300 kilómetros de diámetro. En concreto, unos 70 asteroides mayores o del tamaño del que aniquiló a los dinosaurios hace 65 millones de años acabaron incrustados contra la superficie de nuestro mundo.
El llamado Bombardeo Intenso Tardío (LHB) provocó los principales cráteres de la Luna y muchos creen que trajo a la Tierra el agua y losingredientes necesarios para la vida. De momento, la teoría más aceptada -saber qué ocurrió es uno de las principales objetivos de la futura exploración lunar- señala que este evento fue provocado por un reposicionamiento a gran escala de los planetas gigantes Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.
En la Luna, los cráteres dejados por los asteroides están bien preservados, pero en la Tierra desaparecieron rápidamente debido al proceso tectónico y a la erosión. Sin embargo, existen pistas de su presencia. Científicos del Instituto de Ciencia Lunar de la NASA, ubicado en el Instituto de Investigación del Sudoeste (SwRI) en Boulder, Colorado, han analizado la «huella digital» de estos megaimpactos en nuestro planeta, milimétricos pellizcos de roca fundida llamados esférulas que llovieron desde las enormes columnas de polvo provocadas por los golpetazos. Estas señales de impacto son muy difíciles de encontrar. Solo han aparecido en terrenos donde las condiciones son ideales para su preservación, como en los lechos marinos más allá del alcance de las olas. De los localizados, al menos siete depósitos están datados entre 3.470 y 1.700 millones de años, un período en el que se supone el bombardeo ya había terminado.
Más grandes que el de Chicxulub
Según los investigadores, estos restos demuestran que el gran bombardeo se prolongó durante más tiempo del que se creía. Además, el equipo cree que los proyectiles llegaron del cinturón E, una prolongación del cinturón principal de asteroides, entre las órbitas de Marte y Júpiter, hoy desaparecida. Los científicos encontraron que aproximadamente 70 asteroides del tamaño o más grandes que la roca que acabó con los dinosaurios -el cráter que dejó en Chicxulub (México) hace 65 millones de años mide 180 kilómetros de diámetro- impactaron contra la Tierra en un lapso de tiempo que duró entre los 3.800 y 1.800 millones de años. El enorme cráter Vredefort en Sudáfrica de 180 kilómetros de diámetro, que tiene 2.000 millones de años, y el cráter Sudbury (Canadá) de casi 250 kilómetros y 1.850 millones de años, podrían ser, literalmente, el último «suspiro» del bombardeo tardío en la Tierra.
Los científicos estiman que los impactos más grandes pueden ser similares a los cráteres lunares gigantescos, que varían entre 200 y 300 kilómetros de diámetro. La implicación de estos enormes impactos se desconoce, pero se cree que produjo cerca de 500 veces la energía de la explosión del impacto de Chicxulub. Los investigadores se preguntan ahora si estos impresionantes eventos afectaron a la evolución de la vida en nuestro planeta en sus primeros años de forma importante.
Fuente: Diario ABC
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