Cada uno de los astronautas pasó en gravedad cero (o microgravedad, para ser más exactos), un promedio de 108 días, ya fuese en misiones del transbordador espacial o a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS). A 8 de los 27 astronautas se les hizo un segundo examen MRI después de una segunda misión espacial que duró un promedio de 39 días.
El equipo del Dr. Larry A. Kramer, de la facultad de medicina en la Universidad de Texas en Houston, encontró varias combinaciones de anomalías después de una exposición acumulativa a la microgravedad, a largo plazo, pero también incluso a corto plazo. Esas anomalías son similares a las observadas en la hipertensión intracraneal idiopática. Estos cambios que se producen durante la exposición a la microgravedad podrían ayudar a los científicos a conocer mejor los mecanismos responsables de la hipertensión intracraneal entre quienes no viajan al espacio.
Entre los astronautas con más de 30 días de exposición acumulada a la microgravedad, se detectó una expansión del espacio del fluido espinal cerebral que rodea al nervio óptico, en nueve de los 27 astronautas (33 por ciento), aplanamiento de la parte posterior del globo ocular en seis (22 por ciento), abultamiento del nervio óptico en cuatro (15 por ciento) y cambios en la glándula pituitaria y su conexión con el cerebro en tres (11 por ciento). La glándula pituitaria segrega y almacena hormonas que regulan diversas funciones corporales importantes.
El mismo tipo de anomalías se observa en los casos de hipertensión intracraneal donde no es posible encontrar causa aparente alguna. La presión causa hinchazón de la unión entre el nervio óptico y el globo ocular que puede resultar en problemas visuales.
Fuente: Solociencia
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