NC.- Atesora más de 2.000 años de antigüedad y esconde entre su tela oriental una apasionante historia, a pesar de ser una pieza desconocida todavía para el gran público. El mantel de la Última Cena se ha convertido en la obra que más centra la atención de las personas que visitan la exposición de Las Edades del Hombre ‘Eucharistia’, en Aranda de Duero. Una reliquia que habitualmente se encuentra en el Museo de la Catedral de Coria (Cáceres) y que alberga un misterio todavía sin resolver.
El investigador estadounidense John Jackson de la Turin Shroud Center de Colorado y exmiembro de la Nasa, trabaja desde el año 2006, junto a su esposa Rebecca, experta en judaísmo, en demostrar su teoría. Según ambos, la Última Cena tuvo dos manteles, que se hicieron a la vez, la pieza de Coria y la Sábana Santa de Turín y que se colocaron uno sobre otro encima de la mesa. «Es una teoría que quieren llevar a la máxima expresión porque están convencidos de ello. La pieza dicen que es sorprendente y están entusiasmados de los datos que han recogido, las pruebas que están haciendo y de lo que puede suponer de cara a un futuro», explica Óscar García Ballestero, técnico del Museo de la Catedral de Coria. «Es una historia extraordinaria, pone los pelos de punta», asegura.
Los datos históricos reafirman la hipótesis, ya que está demostrado que en la antigüedad, los judíos, en las grandes solemnidades y la Pascua era una de ellas, utilizaban dos manteles de forma ritual. De esta manera, colocaban un primer mantel, el conservado en Coria, sobre el que se depositaban los alimentos y una segunda tela sobre ellos para evitar que cayera arena o que fueran contaminados por insectos (Sábana Santa). Ambas telas son de dimensiones similares y de lino puro, las medidas de 4,32 por 0,90 metros del Sagrado Mantel son muy parecidas a las de la Sábana Santa de 4,37 por 1,11 metros aproximadamente y en los dos casos la trama de la tela está torsionada en ‘Z’.
Además, la poca documentación que se conserva, explica el director del Museo, «siempre menciona los manteles, nunca el mantel, donde Jesucristo instituyó la Eucaristía y cuando dice Jackson que probablemente hubiera dos manteles se pone luz a esa documentación». Pero ya mucho antes de que el científico norteamericano tomara las riendas de la investigación, allá por el año 1962, se confirmó el carácter antiguo y oriental del mantel. Un examen certificó que la pieza era de lino puro y de fabricación arábiga, fechándolo en el siglo I. Los estudios determinaron que el estilo del tejido era propio de la Palestina de tiempos de Jesucristo, con adornos de índigo, tinte que no se conoció en Europa hasta que lo importaron los holandeses, en el siglo XVI.
En la actualidad, el mantel extremeño es una pieza prácticamente desconocida que se muestra en el museo como una reliquia más y sin ningún tipo de publicidad especial. Algo que no siempre fue así.
El primer documento que habla de las reliquias de la Catedral de Coria se remonta al año 1404. Una bula papal de Benedicto XIII determina que estas joyas se encontraron en un arca, pero no detalla en qué año ni a cuánta tradición se refiere. A partir de ahí, hay constancia de la veneración que suscitó el mantel en aquella época, desde el siglo XV hasta el XVIII. Cada 3 de mayo, fiesta de las reliquias, más de 20.000 personas veneraban el mantel en Coria. Es más, la Catedral se llegó a quedar pequeña, se tuvo que derribar la vieja construcción para levantar una nueva de mayor capacidad para dar respuesta a la llegada de peregrinos.
Las personas seguían acudiendo en masa, lo que llevó a construir un balcón en la puerta norte de la Catedral, desde el cual se mostraban las reliquias, pero fundamentalmente el mantel de la Última Cena. Era tal la veneración que al desplegar la pieza sobre el balcón, los fieles le arrancaban trozos, hasta que en el siglo XVIII, el obispo de Coria decidió tomar medidas para preservar la pieza. Entonces, se guardó en una arqueta de plata, la misma en la que se encuentra a fecha de hoy.
Conservación
El mantel ha sufrido las consecuencias del paso de los años. Según García Ballestero, presenta un una serie de rotos. «Estamos convencidos de que se ha lavado, porque se ha llegado a utilizar como mantel de altar, al frotarse se han generado destrozos, sobretodo en la parte central». Asimismo, se detectan algunas manchas de carmín de pinta labios, de la época de veneración. Heridas de guerra que dan mayor realce histórico a esta pieza de valor incalculable. Mientras, en la Catedral de Coria se mantienen cautos a la espera de que a principios de 2015, Jackson retorne a la villa para dar un paso más en el largo proceso de investigación. Un trabajo que se financia con medios propios, al tratarse de un reto casi personal.
PATROCINADORES:
INGEYPRO INGENIERÍA Y PROYECTOS. OFICINA TÉCNICA DE CONSTRUCCIÓN
http://www.paginasamarillas.es/fichas/ingeypro_46762091N_002.htmlwww.ingeypro.com
NC.- Atesora más de 2.000 años de antigüedad y esconde entre su tela oriental una apasionante historia, a pesar de ser una pieza desconocida todavía para el gran público. El mantel de la Última Cena se ha convertido en la obra que más centra la atención de las personas que visitan la exposición de Las Edades del Hombre ‘Eucharistia’, en Aranda de Duero. Una reliquia que habitualmente se encuentra en el Museo de la Catedral de Coria (Cáceres) y que alberga un misterio todavía sin resolver.
El investigador estadounidense John Jackson de la Turin Shroud Center de Colorado y exmiembro de la Nasa, trabaja desde el año 2006, junto a su esposa Rebecca, experta en judaísmo, en demostrar su teoría. Según ambos, la Última Cena tuvo dos manteles, que se hicieron a la vez, la pieza de Coria y la Sábana Santa de Turín y que se colocaron uno sobre otro encima de la mesa. «Es una teoría que quieren llevar a la máxima expresión porque están convencidos de ello. La pieza dicen que es sorprendente y están entusiasmados de los datos que han recogido, las pruebas que están haciendo y de lo que puede suponer de cara a un futuro», explica Óscar García Ballestero, técnico del Museo de la Catedral de Coria. «Es una historia extraordinaria, pone los pelos de punta», asegura.
Los datos históricos reafirman la hipótesis, ya que está demostrado que en la antigüedad, los judíos, en las grandes solemnidades y la Pascua era una de ellas, utilizaban dos manteles de forma ritual. De esta manera, colocaban un primer mantel, el conservado en Coria, sobre el que se depositaban los alimentos y una segunda tela sobre ellos para evitar que cayera arena o que fueran contaminados por insectos (Sábana Santa). Ambas telas son de dimensiones similares y de lino puro, las medidas de 4,32 por 0,90 metros del Sagrado Mantel son muy parecidas a las de la Sábana Santa de 4,37 por 1,11 metros aproximadamente y en los dos casos la trama de la tela está torsionada en ‘Z’.
Además, la poca documentación que se conserva, explica el director del Museo, «siempre menciona los manteles, nunca el mantel, donde Jesucristo instituyó la Eucaristía y cuando dice Jackson que probablemente hubiera dos manteles se pone luz a esa documentación». Pero ya mucho antes de que el científico norteamericano tomara las riendas de la investigación, allá por el año 1962, se confirmó el carácter antiguo y oriental del mantel. Un examen certificó que la pieza era de lino puro y de fabricación arábiga, fechándolo en el siglo I. Los estudios determinaron que el estilo del tejido era propio de la Palestina de tiempos de Jesucristo, con adornos de índigo, tinte que no se conoció en Europa hasta que lo importaron los holandeses, en el siglo XVI.
En la actualidad, el mantel extremeño es una pieza prácticamente desconocida que se muestra en el museo como una reliquia más y sin ningún tipo de publicidad especial. Algo que no siempre fue así.
El primer documento que habla de las reliquias de la Catedral de Coria se remonta al año 1404. Una bula papal de Benedicto XIII determina que estas joyas se encontraron en un arca, pero no detalla en qué año ni a cuánta tradición se refiere. A partir de ahí, hay constancia de la veneración que suscitó el mantel en aquella época, desde el siglo XV hasta el XVIII. Cada 3 de mayo, fiesta de las reliquias, más de 20.000 personas veneraban el mantel en Coria. Es más, la Catedral se llegó a quedar pequeña, se tuvo que derribar la vieja construcción para levantar una nueva de mayor capacidad para dar respuesta a la llegada de peregrinos.
Las personas seguían acudiendo en masa, lo que llevó a construir un balcón en la puerta norte de la Catedral, desde el cual se mostraban las reliquias, pero fundamentalmente el mantel de la Última Cena. Era tal la veneración que al desplegar la pieza sobre el balcón, los fieles le arrancaban trozos, hasta que en el siglo XVIII, el obispo de Coria decidió tomar medidas para preservar la pieza. Entonces, se guardó en una arqueta de plata, la misma en la que se encuentra a fecha de hoy.
Conservación
El mantel ha sufrido las consecuencias del paso de los años. Según García Ballestero, presenta un una serie de rotos. «Estamos convencidos de que se ha lavado, porque se ha llegado a utilizar como mantel de altar, al frotarse se han generado destrozos, sobretodo en la parte central». Asimismo, se detectan algunas manchas de carmín de pinta labios, de la época de veneración. Heridas de guerra que dan mayor realce histórico a esta pieza de valor incalculable. Mientras, en la Catedral de Coria se mantienen cautos a la espera de que a principios de 2015, Jackson retorne a la villa para dar un paso más en el largo proceso de investigación. Un trabajo que se financia con medios propios, al tratarse de un reto casi personal.
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